Mi aporte al #VadeReto: La Ventana (Junio)

LA VENTANA— VadeReto (JUNIO)

Participación— Keren Turmo

LA VENTANA:

Dos semanas se alargaría la cosa. Por culpa de un incidente con una obra de las que tenía que visitar, un ladrillo cayó desde lo alto de un tercer piso justo en el pie. Suerte que llevaba el casco; en cambio, su extremidad no corrió la misma suerte. Para ella, tan solo era un rasguño de nada, pero el médico le había recetado calmantes y unas debidas vacaciones. Era cierto que le vendría bien frenar aquel ritmo vida tan frenético, pero justo en aquellas semanas, venía un cliente de Abudabí e iba a pagar una gran suma solo por aquella mansión, otra de las obras a punto de terminar que la auguraría una gran suma a su billetera. Pero el médico, Fernández, que la conocía de toda la vida, creyó que le vendrían bien aquellas vacaciones forzosas y los compañeros, que o la apreciaban mucho o querían perderla de vista durante algunos días, no paraban de insistirle en que se lo tomara cómo un mini—descanso para recuperar fuerzas, volver con las pilas cargas y volver a ser el sabueso que encuentra buenos tratos mercantiles: Para ella, era un fastidio.

Dedicó gran parte de los dos primeros días a relegar el mando. Cosa que le hacía sentir descolocada, pero confiaba en Jaiel, su mano derecha y experto en arquitectura y obras verticales. Un amante y gran fan del regateo. Sabía que podía hacerlo. Pero en cierto modo, llevaba en la espalda y en general, en cuerpo, un nerviosismo que la impedía relajarse del todo. Supo que había tomado la mejor decisión cuando, una de las obras se cerró con una gran suma cuantiosa a unos inversores que creía que habían perdido el interés. Mientras tanto, viendo que todo se resolvía a pedir de boca. Los días en casa, eran aburridos…

Andaba con torpeza por los pasillos de su casa de lujo. Lucy, su empleada de hogar, le había tenido que regañar varias veces para que se sentara sin hacer nada, no mirara el móvil o el correo. Finalmente se entretuvo en el despacho aquella mañana mientras el sol de la ventana hacia su aparición, el café humeante reposaba ya en la taza servido por la empleada, al captar un sonido vibrante de un coche. Era muy característico, solo un coche caro haría ese sonido, por lo que no pudo hacer otra cosa que mirar por la ventana. Vislumbró una furgoneta hummer, como si de un guardaespaldas estuviera escoltando a alguien.

«Pero si no hay famosos en ésta urbanización… qué yo sepa, vamos. ¿Habrá alguien importante por la zona?» Aquello la instó a descubrir quien era el ocupante del vehículo. Y tras varios minutos después de haber estacionado el coche, salió un gran hombre musculoso que hacían dos o tres cómo ella. Claro que, Carla, era menuda y aquel hombre era inmenso. Parecía un guardaespaldas. Justo después salió acompañados por este, dos hombres trajeados con unas cajas que dejó en la puerta del domicilio. Los hombres trajeados de Armani, entraron en el hogar dejando al hombretón en el coche. Seguramente, haciendo guardia.

Todo aquello era muy extraño. «¿Quiénes son esos hombres?» «¿Qué hay en esas cajas?» , se preguntaba Carla. Por suerte, no le dio más importancia de la que merecía pero era extraño que no hubiera visto a aquellos vecinos en los años que llevaba allí.

Más tarde, sobre las siete de la tarde, una mujer, pelifollada, o mejor dicho, una de esas mujeres florero delgaduchas salió de otro coche parecido siendo recibida por los hombres. Pero estaba demasiado alejada.

A lo largo de la noche, se escucharon en el silencio discusiones a altas voces, miró por la ventana del despacho, y vio que la ventana de enfrente se reflejaban las sombras de los dos hombres y el de la mujer. Cómo si tales vociferios pudieran ser amortiguados por música, enchufaron música de ambiente para disimular. Y así, fue cómo Carla pasó la noche en el despacho, fisgoneando desde su espacio.

A la mañana siguiente, Oyó la puerta de los vecinos, en tanto que iban hablando. Había encontrado, por suerte, unos prismáticos de su exnovio militar. De ese modo, pudo ver en detalle que portaban entre los dos una gran caja de la que desprendía… ¿Algo rojo?

«¡Dios mío! ¿Será posible que esté viendo lo que me parece que ha ocurrido?» , sospechó pero para ver si sus sospechas eran ciertas esperó a que la mujer saliera del domicilio, y acallar su curiosidad a la vez que miedo y horror.

Llegó el mediodía y nada. Llegó la tarde, tampoco había entrado ni salido nadie. Llegó la hora de la merienda, ahí no había rastro de nada ni nadie. Localizó las ventanas y no se movía nadie en su interior. Acaeció la noche y decidió con su pie lisiado acercarse para ofrecer ayuda, por lo que pudiera pasar. Quizás, aquella chica, estuviera en apuros.

Como pudo llegó hasta la puerta con las muletas. En otra ocasión, habrían sido segundos pero la maldita lesión, hacía de las suyas. Tocó el timbre. Y no oyó nada. Ni televisor ni gente. Afinó el oído al acercar la oreja a la puerta… Se temía lo peor…

Se quedó inmóvil durante unos instantes que parecieron eternos, paralizada por el miedo al decidir bordear la casa, y hallar un ventanal bajo, donde descubrió en el interior, en el suelo, lo que parecía sangre…

No le dio tiempo a calcular el tiempo, cuando al decidir volver lo antes posible oyó el ronroneo de un coche, el coche. Trató de correr hacia su casa lo más deprisa posible pero, cayó sobre su pie a las puertas de aquella casa cuando el coche se detuvo ante ella. «Bueno, si pasa algo, tienes el móvil, Clara», intentó tranquilizarse así misma.

Los hombres salieron del coche corriendo, al verla postrada en el suelo, el torniquete y las muletas. Se dirigieron flechados hacia ella mientras ella despavorida, trataba de levantarse.

—¿Está bien señora?- inquieren

No eran más que unos chiquillos de unos veinte años cómo mucho… vislumbró

—¡No me toquéis! ¡Llamaré a la policía! — aportilló Carla

—¿Pero qué dice? — dijo extrañado uno — Esta mujer está loca— ladró otro.

—He visto lo que le habéis hecho a vuestra… amiga…¡O lo que sea! — hizo una pausa—: ¡Pagaréis por ello!

Ambos chicos enrojecieron y se pusieron algo nerviosos

  • Vamos, no se ponga nerviosa… ¿Qué es lo que quiere? ¿Dinero?
  • ¿Por quién me habéis tomado? — Acto seguido marcó el numero de la policía y el de emergencias
  • A ver, vamos a tranquilizarnos… — hizo una pausa larga.. —: ¿Qué es lo que sabe?
  • He visto la sangre… — Ambos se miraron a los ojos al unísono, con una sonrisa cómplice pero la policía ya estaba llegando, cuando estos, trataban de suavizar, sin suerte, la situación

Una manada de policías rodearon el domicilio… Mientras los hombres trajeados y Carla estaban enzarzados en una tremenda discusión…

—¡A ver que diantres pasa aquí! — dijo con autoridad el agente

—No es nada señor agente, una confusión…

—He visto como descuartizaron a esa pobre chica y la metieron en una caja de ese tamaño… — el agente hizo un gesto para llevarse la mano al calibre…

—No es lo que parece policía… se lo explicaremos…

—Más vale que me contéis qué está sucediendo aquí… — los chicos estaban dubitativos, quizá por lo que les pudiera caer encima por lo que el agente, mando registrar el domicilio sin más pruebas que las que había declarado Clara…

—¡Joder, joder! — espetaban los chicos

—¡Queréis decir de una vez que coño pasa aquí!

—Está bien… somos de un club de alterne horizontal. Por lo que la chica que ha visto esta mujer, pidió nuestros servicios.

—¿Y la sangre? — apostilló Carla

—Lo que tu crees haber visto, es salsa de arandanos. Nuestra clienta… le gusta mantener relaciones untada de ese brebaje…

—¿Donde está la chica? — Interrumpió el policía

—¡Solo hay una mujer dormida a pierna suelta en una de las habitaciones, Señor!

—Sabéis que está prohibido ofrecer servicios de este tipo sin licencia… ¿No? —informó el policía, ambos chicos sacaron la documentación y este lo revisó… —: ¡Todo en orden! Y señora, antes de hacer falsas acusaciones, recuerde que la policía tiene asuntos más importantes qué resolver que estos.

Carla no sabía donde meterse. Pidió perdón una y otra vez, pero nada le quitaba la vergüenza que acababa de pasar.

A su regreso, ya recuperada de su lesión. Jaiel, le preguntó si podía hacerle una visita antes de que se incorporara a los mandos.

—Imagino que habrás pasado unas semanas muy aburridas… ¿Cómo ha ido? ¿Estás mejor? Yo no soy así, pero te traigo un cotilleo que…

—…Creo que he tenido bastante de cotilleos por estas dos semanas, de verdad, no me interesa. —dijo, con pesadumbre

—¿Ha ocurrido algo, jefa?

—Por suerte nada — sonrió al otro lado del teléfono, mientras acaban de atar los detalles para la próxima obra…

Publicado por historiasconk

Soy Blogger desde hace algunos años en: El Rincón de Keren y me vuelvo a reivindicar con este nuevo blog, más personal.

9 comentarios sobre “Mi aporte al #VadeReto: La Ventana (Junio)

  1. Vaya, vaya, Keren.
    Nos has traído a una cotilla de visillo y cortina en toda regla. 🧐😂
    La verdad es que meterse en esos fregaos sin saber, con certeza, de qué va el tema, suele traer esos disgustos. Le habría resultado más fácil llamar a la policía, comentarles lo que había visto y que ellos miraran. Pero claro, entonces se nos habría fastidiado la historia de la ventana. 😜
    En el fondo, el thriller se transformó en una historia simpática.
    A propósito, ¿sabes por dónde queda esa urbanización en donde te embadurnan de arándanos para darte masajitos? Es para un amigo. 🤣🤣🤣
    Muchas gracias por tu participación en el VadeReto.
    Un Abrazo.

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    1. Hola, Hola 👋🏾!! Pues la verdad es que yo pensé en una urbanización americana, pero vamos, que podría ser aquí mismo, jajajaja 🤣🤣😂🙈🙈

      La verdad es que me lo he pasado muy bien escribiéndolo. A ver si puedo participar en más. Un saludo, y gracias por los retos que nos traes.
      Abrazos!!

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