¡BIEVENIDOS A HISTORIAS CON «K»!
‘Borrones, tachando, reescribir, comenzar y acabar, desde el altillo de mi azotea, condenada, desde los comienzos, aprender, desaprender, amigos traidores (La mente), tantas cosas que acaban y nos cortamos las alas y lo que puedes dar… miedo… alegría… comenzar … Apretando los puños, pero el silencio y recordar me echan a la alegría y la desazón de lo que es liberarse de lo que es despojarse de todo ego.’
-OLVIDA-

comenzar y aparcar. Parece algo malo, porque todo lo que se comienza se acaba y no debería dejarse a medias. En cierto modo es intencionado. Lo releo, le doy forma y lo voy dejando.
Comenzar debería ser el primer detonante de lo que implica renovarse. Puede que no se acabe sino que quiera darle un motivo de ser, ver si esa idea no para de accionarse en mi mente hasta que ya no pueda más y supure por todos los poros de mi piel.
Lo hago y lo aparco. Puede que la idea comenzara con fuerza. Me revivo en mis días en los que comencé, las anotaciones, las vivencias y todo lo que me rodea. Puede que la idea no revolotee como un colibrí pero he comenzado. ¡Qué sensación tan nueva! ¡Qué sensación tan buena!
Puede que un nuevo proyecto, sea eso, lo que nace de lo inesperado y lo que se pone a prueba. Puede que avanzar en este destartalado ático que es mi cabeza y una libre y un boli, sea el esbozo de una bruma que chisporrotea. Lo leo, me investigo a mi misma, me nutro de lo que me hace feliz, no me obsesiono, tomo mis descansos, me emborracho de paciencia. LO APARCO.
Sé que cuando algo me gusta no puedo parar, y sé que lo que deprisa se comienza pronto se para así que lo voy saboreando, me dedico, me mimo, le doy ojeadas, rumio en busca de lo que me hace falta, planifico pero no soy consciente de nada más. Solo de lo que me quema y no puedo dejar atrás.
Comenzar y acabar. Aparcar y probar. Son palabras que parecen estar en lo reñido de avanzar por instalarse en otras cosas. Pero sé qué me conviene y de qué me nutro. La calma llama al sosiego. Las prisas no son alma de buen augurio. Pero no me duermo en laureles.
Los días pasan con el recuerdo de un verano que fue exprimido de lo que realmente me hacía vibrar. Y recuerdo, añado, pienso demasiado, pero la escribición puede que sea de lo más regeneradora para que como si de unas vacaciones letristas, mueva la mano de la mano de la mejor enseñanza. No vale quedarse quieta cuando se quiere mejorar. Obligando al corazón a perder la apuesta del ego y olvidar lo mal aprendido y olvidar de olvidarte.
De amor y desamor a las letras lo he vivido. Buscar, trabajarlo y de las cenizas resurgir. Hoy he sentido que era inevitable que hay una despedida en el antes y ahora. He perdido la razón por lo que sé y lo que quiero mostrar. Y escribo euforica, pero cuando me busco en el fuego de del teclear, a me pregunto qué fue lo que pasó. Me reconforta ver que hay una insitencia, que hay miedo, (De ese que te impulsa), la apuesta es con mi mente, es todo o nada. Puede que con más amor. Una lucha de la que hay que aprender, constantemente. Ay! los errores. RECUERDA QUÉ TE IMPULSÓ – Me digo, irrefrenablemente.
Fue que comencé y voy esbozando, voy emanado lo que me parece positivo para mi. Porque en la búsqueda de lo que después de ti dejé atrás, hoy es es el ahora que me impulsa, con mucho miedo.
ese cosquilleo hace su función. Ese temblor, no es por casualidad. Todo puede ir como una quiere. El trabajo es desaprender. Aprender. Olvidar. Ya no hay vuelta atrás. Es ahora.
¡Y ESTOY CONTENTA!
¡HE COMENZADO POR MI!
Aparcar también es una virtud.,en algún momento se retomará.Empezar lo que sea, pensando en una misma es buena idea y luego se está preparada para el mundo y las personas.Un abrazo
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Entiendo lo que me quieres decir: creo que tiene también mucho qué ver con darse los tiempos, concederse, fortalecemos el amor propio y nos valoramos un poco más. Pensar en una misma también es eso. Más allá de lo rodeados qué estemos. Gracias rubia por pasarte por mis historias.
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