Relato: No está claro el futuro, ni el presente.

Cada día estaba más lejos del momento esperado…

…Parecía que salir de casa era más fructífero cuando había dinero, pero en la pena, la habilidad mueve mundos y ella lo sabía bien. Si no se entretenía haciendo ganchillo, se iba a la calle con la botella de agua y con la cámara de fotos en la bolsa, el caso era hacer de los días merecedores de ser exprimidos. 

Las calles parecían un lugar en el que el escenario es la ciudad y los actores los viandantes, la función, el caer de las hojas con las diferentes conversaciones que se dejan entre oír si se afina el oído. Pero cuando ella salía para ver el mundo, se encontraba arte en estado puro, colores magnificados, gentes de todas las culturas, acentos marcados, suavidad en las palabras o el bocíferar del que corre para que el bus parara para no perderlo…

Tomarse el café admirando la ciudad no era el gran lujo, el placer era poder sentir con la mirada y los olores cada plaza de abastos o al llegar el mediodia, bajo los balcones, el olor de los manjares, el olor a familia, hogar. Una conversación puede ser solo un «Hola» pero se puede devenir en el día que transcurre o en los horarios del transporte publico. Quizás podría ser algo muy banal, usual o costumbrista pero a ella le hacía darse cuenta de que pasta estaba hecha la ciudad y la vida que discurría a escondidas mientras no salía. Por eso, para ella más que hacer ejercicio era poder experimentar las diferentes gentes y las diferentes conversaciones, que la transportaban a ese ser más humano. 

Pasadas las semanas el gran día llegó y cómo es lógico, llenó la nevera de comida, pagó las facturas e hizo un parón ante la nevera y los armarios. Casi no podía creer que los nervios hubieran pasado inadvertidos pero lo cierto era que tener comida y poder coger el bus o tomar un café son una tranquilidad, que si bien no se puede ir de cena o de viaje, es para estar orgullosa. Sintió que el día se había aprovechado de nuevo, pues los días cuentan para dar siempre un poco más y agradecer. 

Había perdido la cuenta en la que su chico le había recordado que se llevara las llaves aunque se fueran juntos de casa y aquel día deseando disfrutar en pareja, la cosa se torció y él tuvo que dejarlo todo para irse a trabajar. A ella no le preocupaba, no todos los días eran para estar juntos y con los días tan bonitos que estaban dejándose ver, le parecía que podía aprovechar para acudir a la librería que solía acudir con asiduidad. 

Le estampó un beso en los morros y, en el taxi, tuvo el pensamiento de que quizás, se le hubieran olvidado las llaves. No hizo caso, pero al pagar la cuenta y salir del coche, allí, detenida en la puerta, buscando y rebuscando en el bolso, no halló las llaves. Su peor temor no era habérselas olvidado, sino que , acercándose la hora de comer, era, dónde iba a llenar la barriga. Dió vueltas por el barrio, se sentó en un banco, hizo tiempo en una cafetería y avisó a su pareja de que se había olvidado las llaves: Le había tocado esperarse hasta la tarde. 

Sentada en el banco, con la bolsa de lo que se había comprado, viendo el vaivén de la gente con sus cosas, a los vecinos con sus perros y los coches atentos a su, al parecer, inusual vestimenta, sentada allí, llamó por teléfono a todo aquel que conocía para hacer tiempo, pero si aquel día iba de malas pasadas, para colmo, se le acabó la batería. Ya no podía llamar, escribir mensajes, comunicarse con alguien o , tal vez, ojear alguna aplicación. Fue en ese momento cuando un hombre con apariencia desaliñada, con su perro y lo que parecía ser un carro abarrotado, cruzaban el parque. A lo que ella le dedicó un «Buenas tardes» y el hombre asintió. 

Ella se quedó mirando la pantalla del móvil apagado, sin batería, recordó su situación: No podía entrar en su propia casa. «¿Tendrá hogar aquel hombre?» y «¿En qué nos diferenciamos él y yo, en este momento» Pensó para sus adentros. Su pensamiento fue parar aquel hombre, charlar, ofrecerle quizá ,un cigarrillo y dinero para que se comprara lo que necesitara. Pero en aquel momento, apareció su chico en coche y un sentimiento desolador inundó su ser.

El hombre, se esfumó.

Historias con «K»

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Publicado por historiasconk

Soy Blogger desde hace algunos años en: El Rincón de Keren y me vuelvo a reivindicar con este nuevo blog, más personal.

Un comentario en “Relato: No está claro el futuro, ni el presente.

  1. Bueno Keren, un texto complejo en el que la protagonista disfruta de todo lo que el día le puede otorgar. Complicada la situación final si hablamos de un hombre sin hogar, sin casa, sin casi nada entonces…porque un techo es el mínimo derecho fundamental que debería tener cualquier ser humano.
    Un abrazo.

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