El rey de las tinieblas – relato +18

Renací de entre las profundidades, cada sueño albergado en mi cerebro hallaba una respuesta cual más sinuosa como escabrosa en tanto que la dicha no se sucedía.

Preparaba todos los días el desayuno, ser la hija mayor, conlleva unas responsabilidades, y ser la hija bastarda, también. Llegados a un punto, la premisa era estudiar y viajar a Londres donde el curso universitario hallaría las mejores actividades al tiempo que me alejaría de mi familia. LadyDum, apostó por mí cómo nunca nadie antes lo había hecho nadie, pero Robert, interfirió en el proceso para que mi cometido no se llevara a cabo.
Según mi hermanastro Robert, no estaba en mis cabales cómo para hacer dicho viaje, mi familia entonces, comenzó a ponermelo difícil, más tareas domésticas y un fajo de billetes para que no me fuera de Berlín. Cualquier chica estaría contenta con aquellas decisiones, pero todo aquello solo me hacía rememorar el achaque con respecto a mis obligaciones:
“Nunca te irás de aquí, ¿me oyes? Eres una miserable, que no vale para nada. Eso es lo que dice el pueblo y el barrio de ti”
Todos los lunes se repetía la misma cantina. En tanto que solía imaginar que mi miraban y mi juzgaban. En sueños, tenía pesadillas en las que me llevaban a un crematorio, y allí entre fuegos y acusaciones, fallecía viva en un ataúd que debía ser excesivamente caro. Desde ese momento, comencé a probarme en la cama y hacia malabares para que nadie se enterara. Por lo pronto, ducharse más de tres veces al día, era una religión.
Por otro lado, casa vez que amanecía mojada, mi cabeza era un nido avispero de voces que me insultaban “guarra, miserable, nunca podrás salir de este atolladero… no eres nadie”

Lloraba para mis adentros así como lo hice por norma, en los pasillos de mi instituto, desde que tuve un desgraciado incidente. En carnaval, me difracé de espantapájaros, hecho que logró el premio de la institución al mejor disfraz, pero ante las burlas del alumnado, el orín se me escapó y desde entonces, mi recreo lo paso en los servicios del colegio.
No tenía amigas. “si tan solo pudiera vengarme de todos aquellos que se han burlado de mí… tengo que huir de este endemoniado pueblo de mala muerte “

“Hazlo, vete, escápate “

Decidí buscar un trabajo a media jornada. Aquello no sólo fue mi perdición, sino el nido avispero de mi cabeza, me lleva a escuchar las más siniestras voces “mátalos, ellos también te odian” aunque nunca llevé a cometer tal atrocidades, me fui sumiendo en más actividades por tal de no escuchar ese nido de voces. Llegue a pesar menos de sesenta kilos y me dije “si de ésta no sales, Kim, no saldrá nadie”.

Pronto acumule la valerosa cifra de dos mil cuatrocientos euros para mudarme. Lo hice en hacía mediados de junio, y a tientas, empacando mis cosas de madrugada. Una vez puede hacer la mudanza, me marché y dejé de estudiar.

El ático hallaba un desván donde guardaba mi literatura variada, ya mantas para el frío invierno en un pueblecito alejado de la madre de Dios. Ni siquiera sabía cómo se pronunciaba aquel pueblo. Tarde mucho tiempo en integrarme en la comunidad, logrando hacer buenas migas con una vecina de la zona. Para cuando quise darme cuenta… el chisme estalló una tarde en el único super de lugar.
“Ésta chica es muy solitaria. A saber de qué huye … y una chica sola, es cómo la miel para los desalmados hombres que cruzan la noche… yo no me fiaría de ella… abramos bien los ojos, a lo mejor es una usurera …”
Los comentarios, que primero fueron discretos, se sucedieron en tanto que con el tiempo, ya no había disimulo. Caminaba con la espalda gacha, y rememoraba todos los insultos inhumanos que había recibído mi cabeza. El único lugar en el que me sentía a salvo, era mi habitación.

Una noche de tormenta y té subí a por una lectura nueva en el desván y allí, entre relámpagos y lluvia persistente, me encontraba leyendo en un pequeño sofá que había comprado hacia unos meses atrás con la intención de leer en esos precisos momentos de horas muertas; pasaba las páginas y Sorbia delicada y tranquilamente el té. Fue la voz de algo al fondo del lugar, la que me sacó de mi ensimismado estado.
“Kimberly, solo tú puedes remediar lo que ocurre…”
-¿Quién lo dice?
“No hagas preguntas, sometete a esta oscuridad en la solicitud “
Una brecha abrió un era dimensional entre lo humano y el inframundo, el señor de las tinieblas me engalimaba con su voz perlada, y su talento afeminado, al tiempo que logra hacerse por completo de mi mente y mis acciones. Caigo , y me desmayo. Cuando vuelvo en mí, tengo sed de venganza y nada puede pararme.

En consecuencia, el mundo en una Berlín de 1970 , se sumió en un caos dejando una población inhabitada. Aprendí tarde y a las malas, que no es tanto el tener muchos amigos, cuando una única persona apostaba por mí o dos, sino que lo importante es tener calidad.

Mi reino oscuro, me recordaba la solicitud de mi ser, el veneno en mis venas, y una vida poco sabida…

Fallecí, dejando un heredero a el rey del inframundo, este medio humano, medio inmortal, fue quien cambió las reglas de la humanidad, para dar cabida a lo que conocemos hoy como amor , respeto, e igualdad, perseguido por los secuaces del rey de las tinieblas.

“Ser bueno, está en alza, y puede hacer que el odio, en las otras personas, se apoderen de ellos. “

HISTORIAS CON «K»

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Publicado por historiasconk

Soy Blogger desde hace algunos años en: El Rincón de Keren y me vuelvo a reivindicar con este nuevo blog, más personal.

5 comentarios sobre “El rey de las tinieblas – relato +18

  1. Hola, Keren.
    Un relato bastante tenebroso que muestra a lo que estamos expuestos en esta sociedad. De todas formas, como decía mi abuela, hagas lo que hagas, cómo lo hagas y con quién lo hagas, siempre habrá quién lo critique y quién lo juzgue. Siempre existirá la envidia y los corazones negros.
    Esas voces en la cabeza nunca son buenas consejeras y, aunque no se detalla, creo no le deparó a la chica una vida mejor.
    No sé si entendí bien el final: ¿Su hijo y los seres de las tinieblas trajeron amor, respeto, e igualdad? Si es así, habrá que dejar abierta la puerta al inframundo. 😉
    Interesante relato, enhorabuena.
    Un Abrazo.

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola, Jose! Sí, así es, el inframundo trae consigo la felicidad porque sin lo malo no puede haber lo bueno. Y otra cosa, es, también, romper la cadena del odio. Claro que hubiera quedado más elaborada la historia argumentando esto, pero quería que cada uno sacara sus propias conclusiones.

      Le gusta a 1 persona

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