Traté de aferrarme a una salida. Porque cuando sientes que nada hay en la vida que pueda superar la muerte de un ser querido, o cuando se acerca su momento, entonces, si no hay esperanza… ¿Qué quedaría?
Subí las escaleras aletargada, casi sin poder moverme porque el solo hecho de pensarlo me entristecía. Me hacía creer que no había nada bueno, en la sociedad. Y es por eso, que me puse delante de la puerta, dibujé mi maravillosa sonrisa en la mente y practiqué. Entonces, abría la puerta, y me di de bruces con la realidad, una realidad bastante cruda, en cambio, seguí fingiendo.
- Hoy hace un día fantástico, ¿has sacado a la perrita?
- Sí, mamá. No seas pesada.
- Vale, vale. —persuadió mientras el animal corría a su bienvenida
- Hoy lo ha vuelto hacer…
- No pasa nada hijo. Hoy me encargo yo.
Tras el sonido cantarín de los videojuegos, había una puerta delante. Y todo lo que podía hacer era dar un consejo que sabía que no llevaría a cabo, y que nada la aseguraba que su hijo estuviera a salvo.
- Denuncia Kevin
- ¿Qué denuncie qué si soy negro?
- Algo así, no debería pasarle a nadie
- Qué quieres, ella me pegó y sigo aquí, ¿no?
- Sí, pero es que la otra vez casi te arrolla con el coche tu anterior novia
- Déjalo, no lo entiendes… — resopló
- Sí que lo entiendo, lo que sé es que una madre sufre cuando ve a su hijo así. No sabes lo mal que se pasa.
Un silencio incómodo se instaló en la habitación. Ella cogió su bolso, su bata que llevaba entre sus manos, y se fue a preparar la cena. Mientras las lágrimas se le caían como puñados de sal, desesperada por una solución.
LLAMA AL 021 PARA DENUNCIAS DE RACISMO Y NO SIGAS AGUANTANDO ESPAÑA
HISTORIAS CON «K»
Historias con "K" 