
Nada soy desde que tengo la enfermedad. Causa y efecto de mi insomnio.
Nada tengo desde comencé a contar, qué era lo que sentía: esquivo y maltrato verbal.
En ésta nada que tanto me acusan de tener que valorar, a mi persona no vale lo natural, tampoco la pena.
La nada de estar bidireccionalmente en un mundo dividido, lo llaman razas, le han dicho diversidad, y encuentro, éste «sin tener» que nada tengo en negativo cuando depresión, estrés y apatía, me acusan la urgencia de luchar.
Entonces, cogí mi mi apatía, y la lleve al fondo de un foso, confundida entre negrura, fue mutandose entre lugares insospechados.
Lo juncos que ahora sobre salen, solo me alertan de los peligros del fondo. «No ahondes», me digo. Es la causa de la frustración, es la intranquilidad a todo el meollo que encontraría si me decidiera a adentrarme y sumergirme.
De la nada, impera la voz, rabiosa y furiosa devengo mi valía. Entonces, donde había estrés, flota la esperanza, lo bien sabido, la coherencia, la fluidez de mi sentir.
Donde hubo miradas reticentes a mí todo, hay curiosos especulando. Los ojos, esos que todo lo captan, cual prisma de film, encuentran su rincón en la historia. Una vez más con K.
El «K»os que aún quiere hacerme revolver, y que aplaco con insinuaciones de cansarme, agotarme y hasta extasiarme debido a los caminos que me fuerzo a seguir para calmar mi ansiedad, estrés y apatía. Hoy , luce el clima cómo tantos otros días desde el ventanal. El espectáculo es fuera y las letras dentro.
Dentro de mí TODO: ahora hay unas líneas, que no apagan el sentir, que no callan lo negativo, y que luce la calma que ello le produce.
Adiós, a la nada.
Adiós, a ayer
Qué entre lo bueno
Y se deje ver.
XXXXXX HISTORIAS CON «K»